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jueves, mayo 10, 2007


Cuando la verdad incomoda

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Por pura curiosidad trate usted de definir la palabra “verdad” y se verá en serios aprietos. No se desanime.
Este ejercicio ya ha sido practicado sin éxito por las mentes más brillantes de la humanidad que siguen en pos del concepto más puro y más veraz. El Diccionario de la RAE nos ayuda un poco. Leo: “1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.
Cada una de estas definiciones daría para escribir un libro. Aclara y confunde a la vez y, en parte, ese es el encanto de la verdad, una línea extendida hasta el infinito que nunca se alcanza del todo.
En este último tiempo un documental sobre el cambio climático titulado “Una verdad incómoda”, del político norteamericano Al Gore, ha hecho de la verdad una denuncia.
“Incómoda” porque descubre intereses creados a muy alto nivel, pero una verdad -como diría un niño- del porte de un iceberg que se derrite ante nosotros. A favor o en contra, a nadie hoy el tema le resulta indiferente.
En efecto, la verdad por lo general incomoda o perturba. Pero la verdad encerrada sin ver la luz, incomoda más.
La ley ha tratado de salirle al paso a este dilema. En las Cortes de Justicia de muchos países los testigos formulan un juramento solemne antes de subir al estrado. Nadie puede sentarse para ser interrogado mientras no conteste esta pregunta: “¿Promete decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, con la ayuda de Dios?” Los estudiosos del tema dicen que quienes hayas elaborado esa pregunta conocían muy bien el corazón humano. Podría preguntar simplemente “¿Jura decir la verdad?” Eso habría bastado, pero sabían que a menudo tenemos tendencia a ocultar la verdad si no nos conviene revelarla. Así que incluyeron otra frase: “¿Jura decir la verdad, toda la verdad?” por si el testigo estaba tentado a dejar algo fuera o por debajo de “la línea” de la verdad. Y aún más. Los legisladores añadieron a la pregunta final: “¿Jura decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad?” para evitar la tentación de sobrepasarla, lo que también distorsionaría la verdad. Finalmente, redondearon la pregunta con una frase que sirve de recordatorio, de advertencia y de apoyo para el testigo: “Con la ayuda de Dios.” Tengamos o no a mano una buena definición para verdad, la entendamos o no a plenitud, la verdad seguirá siendo un asunto serio e ineludible y en el que siempre seremos testigos para proclamarla o para negarla.

Berta Marín P.