 | Lo único que ahora espera Miguel Angel Fuentes es obtener una indemnización. Sus pronósticos de salud, desde que fue expuesto a radiación nuclear, son malos. | Miguel Angel Fuentes, quien llevó la peor parte del accidente nuclear ocurrido durante la construcción de la planta Nueva Aldea de Celco, al manipular por más de 20 minutos un isótopo de iridio, está inquieto por la lentitud de su situación judicial. Espera que su abogado interponga una demanda civil para obtener una indemnización que le permita mejorar su calidad de vida. No puede tener hijos, tampoco trabajar y señala sufrir fuertes dolores en una pierna. Según le han informado especialistas, cuando cumpla cinco años del accidente (en diciembre serán dos) el efecto colateral será mucho mayor. Lo único que quiere Miguel Angel es obtener pronto una indemnización que le permita vivir lo mejor posible, junto a su esposa, lo que le queda de vida y una pensión para ella, si ocurriera un desenlace fatal. El resultado judicial de la primera etapa, que determinó responsabilidades y deficiencias graves de seguridad nuclear, que expuso la salud de él y otros 300 trabajadores, le habían dado esperanzas, pero aún no se entabla el juicio civil, ni se determina la suma que se pedirá a los responsables. Para buscar atención médica a sus dolencias planea viajar próximamente a Cuba, ya que en Chile escasean los especialistas que pueden ayudarlo. Las posibilidades de volver al Hospital Militar Percy de Francia, donde recibió atención para detener la quemadura radiactiva en uno de sus glúteos, son pocas. El joven señala que depende del monto que recibe de la Mutual de Seguridad y le alcanza sólo para cubrir gastos mínimos. Asegura que ha perdido contacto con la empresa contratista para la que trabajaba, Echeverría Izquierdo.
Un futuro que aparece sombrío
Fuentes sabe que en casos graves como los que a él lo aquejan, las indemnizaciones pueden llegar a ser multimillonarias. Ese es uno de los pocos hechos que le permiten mantener la esperanza y una mirada positiva ante la serie de adversidades que le ha acarreado el accidente. Desde diciembre de 2005, el panorama de su futuro aparece intensamente sombrío. Es más. El joven ya no está tan seguro de que pueda concretar la posibilidad de estudiar una carrera universitaria como pretendía, ya que cuando se le intensifican los agudos dolores que le acarreó el accidente está obligado a consumir fuertes calmantes que limitan su capacidad de reacción. |
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